Ir al contenido principal

Desde un rinconcito

Lejos de las ataduras citadinas, lejos del tráfico y el “smog” asesino, se encuentra un lugar olvidado y encantador de brisas invernales, sol resplandecientes y riachuelos de compañías brugaleñas y femeninas.

Allá donde encontramos estómagos para digerir varios litros de güisquis, una buena cantidad de cerveza, par de “comparones” engullir tostones con salami y carnita frita en lo que estaba la carne de res y el chivo, chapulear en la “posita” y tirar pasos a ritmo de bachata.

Donde el sol se esconde de repente para derramarnos un buen rato de lágrimas para luego volver aparecer como si nada, donde nos sentamos a contar los motores que cruzan a alta velocidad la peligrosa calle del pueblo con una cerveza en mano y un retumbar bachatero en los oídos.

Donde nos burlamos un poco de las leyes de 12 y 2, para emprender la caminata, estrellas en el cielo (que se ven claritas), suavecito para no tumbar nada, mientras sobamos nuestros brazos unos con otros para eludir el frío invernal que nos hace acurrucarnos en estas noches campeñas.

Allá donde luego nos levantamos con otros planes, otro “cocinao” en el río, pero esta vez de pollo y locrío, muchas cervezas y un par de litros, un poquito más temprano que el día anterior, nos inventamos una nueva actividad para “setear” lo del otro día, y así comienza la casa de jaivas.

Y luego cae el sol, esta vez no para llorar sino para despedirse hasta otro día, y llega el friíto, y ahí que combatirlo con algo caliente (no necesariamente sopa) y vamos bajo techo, musicón que te rompe los timpanos, bachateando hasta con la prima, y viene trago tras trago, un cigarrillito para no perder la costumbre, y luego cerrado “El Lugar” (así se llama, nombre que le puso mi viejo) nos damos un última chapuzón en la “posita” del río más cercana.

Después, muertos de un frío (excelente idea esa de tirarnos al río a las 4, yo quisiera agarrar al que se le ocurrió), prácticamente sobrios de nuevo, nos echamos, para guardar unas pocas energías para el último día.

El sol más candente que nunca, despierta medio mundo, personas desde las 6 de la mañana parados para irse en una caravana política (no me pregunten de quién, no estoy en gastar letras en vagabundería), camino al arroyito a cepillarme porque no llegaba el agua en el momento (que tanto caminar para cepillarse).

Doy una vueltecilla, me encuentro con el musicón del colmado que ya me tiene harto, la boca de repente nada más esta de agüita y juguito, y el estomago no esta en comer por el ratico.

Luego, de que cayeran par de panes, Malta Morena, Coca-Cola, agua, mantequilla y salami, un Mirinda (que tenía mucho que no lo bebía) y el reguero de agua, comenzamos a fajarnos con la haiba.

Habían tantas que ya no sabíamos que hacer, teníamos un locrio, una sopa, sancochadas y en ensalada, y todavía nos sobraban vivas, así que antes de hartarnos como debíamos las echamos en el arroyito para que no se dañaran para en otra aventura volverlas a cazar.

Y luego de la hartura e intentos fallidos de beberme otra cerveza, empezó la marcha solitaria a la casa, con el verdor, el sol, y el friíto leve detrás y la metrópolis, el “smog”, los guagüeros y el trabajo de frente.

Luego volveré en un tiempo que se me haga eterno, sin pasado ni futuro solo ese presente, de frías y tragos junto al río, con jaibas de todas formas, chivos y res guisadas y esa bachatica que todavía la escucho en lo más profundo de mis pensamientos.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Los blogs de la Arroba

La verdad es que el número de blogs anotados en el concurso de Arroba de Oro es sorprendente, asciende a la cantidad de 145 como me dio a conocer Joan en su blog y dedique gran parte de mi tiempo a hojear esas bitácoras que están en búsqueda de la presea dorada. La buena noticia, para comenzar con la buena, es que encontré unas cuantas bitácoras que no había visto y que desde ese día me doy la tare de comenzar a visitar. Una que disfrute mucho fue Jazz en Dominicana de Fernando Rodriguez, y otro apellido que para mí no es de aquí, que narra anécdotas de los diferentes espectáculos de Jazz aquí en el país. Pero no todo fue color de rosa, encontré cantidad de bitácoras que dejaban mucho que desear, personas que duran una eternidad para postear, con una increíble cantidad de faltas ortográficas y post sin coherencia alguna, en realidad no se como me detuve a leer tantos, parece que lo hice para tener la capacidad de expresar mi crítica en mi querido blog. ¡Ojo! No considero este blog me

“Ramona” y para quiénes están hechas las películas. Un comentario muy breve pero necesario.

La película está dirigida y co-escrita por personas muy importantes en mi vida. Pueden tomar cualquier comentario sobre ella con un grano de sal.  En los meses que siguieron al estreno de “Ramona”, de Victoria Linares, la directora se hizo una pregunta crucial: ¿Para quiénes se realizan las películas? La inquietud no sale de la nada, de hecho, es un pensamiento palpable que proviene de este, su segundo largometraje y que seguro la cineasta viene pensando desde su rodaje. En una conversación dentro de la película, Linares y su actriz principal, Camila Santana, le preguntan a una de las chicas ¿quién cree ella que debería ser la protagonista de una película de ficción en donde el personaje principal sea una adolescente embarazada y proveniente de un barrio?  La joven reconoce la capacidad de una actriz de desdoblarse, pero destaca que es imposible interpretar con honestidad algo que no se ha vivido. Este es, tal vez, el principal razonamiento que pesa sobre la película. “Ramona” inicia c

Reseña: Kokoloko [dir. Gerardo Naranjo, 2020]

" ¿Delicado el amor? No, es duro, es áspero y agresivo, es punzante como el espino " - Romeo y Julieta Han pasado nueve años desde que Gerardo Naranjo presentó un largometraje. Ahora, luego de “Miss Bala”, Naranjo presenta no sólo su regreso al cine, sino que lo hace en doble forma; su incursión en el cine anglosajón con “Viena and The Fantomes” y su extraordinaria “Kokoloko”, una experiencia visceral con la que regresa al retrato de la violencia del narco y su opresión en la sociedad.    “Kokoloko” es una mezcla de las tendencias que han marcado el cine de Naranjo previamente: conflictos amorosos y pasionales, violencia y el uso máximo de las facultades que le brinda la cinematografía para contar una historia a su placer.    Filmada en hermosa película de 16 mm, Naranjo utiliza el limitado espacio de su puesta en escena para mezclar tanto el ambiente paradisíaco de este pueblo costero y la claustrofobia en la que están encerrados sus personajes. Marisol (Alejandra Herrer