Me sorprende cada día más con la facilidad en que nos dirigimos a extraños para hacerle cualquier tipo de comentario, y que normalmente lo hagamos como parte de un encuentro o cruce fugaz.
El comentario que recién me hicieron fue sumamente cómico.
Mientras salía en busca de mi comida, un señor que caminaba junto a mí, me enseña su bulto completamente abierto en donde se ven la cantidad de documentos que lleva dentro y me dice:
- Lo llevo abierto para que vean que es con papeles que ando.
Con una risa corta, le afirmó que así es que hay que andar hoy en día, en esta ciudad en donde se afirma que la delincuencia ha disminuido, para que los delincuentes puedan observar que no andamos con nada que les interese.
Mientras cruzamos una parte de la calle de lado, me comentó rápidamente como a su hijo más grande le arrebataron un bulto mientras iba camino a su casa, y que el jalón fue tan grande que lo dejo tirado en el suelo.
- Llegó a la casa, con su celular y cartera, y se llevaron su bulto que contenía documentos y cosas de la universidad, eso si que me llegó “partío” porque se dio duro.
Y así nos despedimos, el con su bulto abierto enseñando sus papeles a media calle, yo con mis manos en los bolsillos quizás protegiendo algo o simplemente adoptando una forma de caminar, lo vi marcharse lejos de mi ruta.
Estos son tanto de los casos en donde por menos de un minuto intercambiamos palabra con un extraño sobre el día a día, sobre el periódico, la situación actual o los deportes, por el simple hecho de que en ese momento en que hablamos mientras caminamos o coincidimos por segundos en un mismo sitio, por ese simple momentito, somos iguales, somos amigos, somos dominicanos.
El comentario que recién me hicieron fue sumamente cómico.
Mientras salía en busca de mi comida, un señor que caminaba junto a mí, me enseña su bulto completamente abierto en donde se ven la cantidad de documentos que lleva dentro y me dice:
- Lo llevo abierto para que vean que es con papeles que ando.
Con una risa corta, le afirmó que así es que hay que andar hoy en día, en esta ciudad en donde se afirma que la delincuencia ha disminuido, para que los delincuentes puedan observar que no andamos con nada que les interese.
Mientras cruzamos una parte de la calle de lado, me comentó rápidamente como a su hijo más grande le arrebataron un bulto mientras iba camino a su casa, y que el jalón fue tan grande que lo dejo tirado en el suelo.
- Llegó a la casa, con su celular y cartera, y se llevaron su bulto que contenía documentos y cosas de la universidad, eso si que me llegó “partío” porque se dio duro.
Y así nos despedimos, el con su bulto abierto enseñando sus papeles a media calle, yo con mis manos en los bolsillos quizás protegiendo algo o simplemente adoptando una forma de caminar, lo vi marcharse lejos de mi ruta.
Estos son tanto de los casos en donde por menos de un minuto intercambiamos palabra con un extraño sobre el día a día, sobre el periódico, la situación actual o los deportes, por el simple hecho de que en ese momento en que hablamos mientras caminamos o coincidimos por segundos en un mismo sitio, por ese simple momentito, somos iguales, somos amigos, somos dominicanos.
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