Ir al contenido principal

Un antes y después: el trayecto de la Churchill

A finales de mi infancia y comienzo de mi adolescencia, el trayecto de la churchill (desde la Gustavo hasta Plaza Central) se había convertido en algo cotidiano para mí.

Normalmente mis salidas eran ir al cine y jugar “maquinitas” y siempre nos juntábamos en casa de un amigo de nosotros que vivía en la Gustavo para hacer el trayecto caminando hasta Plaza Central.

Hoy en día, que este trayecto es uno que debo caminar diario, recuerdo las diferencias de caminarlo de antaño.

No recuerdo bien que había donde hoy besa los cielos Acrópolis o que rondaba el área del recién remodelado KFC (Kentucky Fried Chicken); las vallas y los rascacielos eran inexistentes, la Plaza Paseo de la Churchill no era siquiera una niña de teta, la revolución de los locales de comida rápida no existía, y las cosas eran utópicamente mucho más baratas.

Cuando no queríamos caminar podíamos escoger entre el transporte público, que como diría Tony Almont en una canción “le pase cinco pesos, y no me devolvió” podías pagar con esa cantidad porque el precio era la mitad, o el privado, haciendo un “serrucho” pedíamos un taxi que cuya microscópica tarifa era muy raro que sobrepasara los cincuenta pesos.

Luego de llegar a Plaza Central, las diversiones no acababan, siempre nos dábamos un dos por uno, íbamos al cine y luego nos deleitábamos en Funtastico que con 10 pesos obteníamos “tokens” de tal cantidad que daba llevar “mariconera”, o en Video Juegos Plaza, que el pago era con pesos. Se me olvido mencionar que el cine rondaba los cincuenta pesos.

O sea que para los viernes en la tarde mi felicidad extrema valía unos 250 pesos o menos, y si lograba conservar parte del dinero de la merienda durante la semana la diversión era tanta que el tiempo no nos daba.

Por esto, cuando voy al cine y devengo unos 500 pesos o un mal día me da por entrar a una sala de videojuegos donde 100 pesos es una bagatela, recuerdo un trayecto que caminaba incrédulo, sin bulevares ni rascacielos, sin combos con papa fritas ni tiendas excesivas y pienso mientras camino desde la 27 hasta mi trabajo que lo que estamos pagando son todas estas “bellezas” y estas gigantescas edificaciones que ni siquiera logran cubrirme del sol.

Este sueño no paso hace tanto, mis casi 22 años prueban que esto se vivió hace poco pero las alzas son tan astronómicas que nos hace pensar que ocurrió hace 100 años.

Comentarios

Joan Guerrero dijo…
Desde ahora, considero que este escrito no puede tener la etiqueta de "Pendejadas" puesto lo que mencionas, es toda una joya de la cual estamos siendo protagonistas los que vivimos en este pedazo de tierra.

Y puedo enunciar de que no es sólamente la Churchill. La ciudad completa está pasando por una eovlución "obligada", que parece una madre soltera a la que le obligan a abortar por ocultar intereses.
Anónimo dijo…
Y ESO PENDANGO QUE SOLO 22 TIENES Y NUNCA PUDISTES COMPRAR REFRESCOS A 15 CHELES NI IR A LOS CHINOS DE AL LADO DE PLAZA NACO A JUGAR MAQUINITAS A 25 CHELES NO TE QUEJES QUE YO SI SUFRO POR ESOS PRECIOS!!!!!!!1
Liga Softcodia dijo…
bueno amigo...ese tipo de nostalgias...hacen que uno se vea mas viejo...


diablo, te llevo 11 años...carajo, para que hable!..aburrrrrrrr

Entradas más populares de este blog

Los blogs de la Arroba

La verdad es que el número de blogs anotados en el concurso de Arroba de Oro es sorprendente, asciende a la cantidad de 145 como me dio a conocer Joan en su blog y dedique gran parte de mi tiempo a hojear esas bitácoras que están en búsqueda de la presea dorada. La buena noticia, para comenzar con la buena, es que encontré unas cuantas bitácoras que no había visto y que desde ese día me doy la tare de comenzar a visitar. Una que disfrute mucho fue Jazz en Dominicana de Fernando Rodriguez, y otro apellido que para mí no es de aquí, que narra anécdotas de los diferentes espectáculos de Jazz aquí en el país. Pero no todo fue color de rosa, encontré cantidad de bitácoras que dejaban mucho que desear, personas que duran una eternidad para postear, con una increíble cantidad de faltas ortográficas y post sin coherencia alguna, en realidad no se como me detuve a leer tantos, parece que lo hice para tener la capacidad de expresar mi crítica en mi querido blog. ¡Ojo! No considero este blog me

“Ramona” y para quiénes están hechas las películas. Un comentario muy breve pero necesario.

La película está dirigida y co-escrita por personas muy importantes en mi vida. Pueden tomar cualquier comentario sobre ella con un grano de sal.  En los meses que siguieron al estreno de “Ramona”, de Victoria Linares, la directora se hizo una pregunta crucial: ¿Para quiénes se realizan las películas? La inquietud no sale de la nada, de hecho, es un pensamiento palpable que proviene de este, su segundo largometraje y que seguro la cineasta viene pensando desde su rodaje. En una conversación dentro de la película, Linares y su actriz principal, Camila Santana, le preguntan a una de las chicas ¿quién cree ella que debería ser la protagonista de una película de ficción en donde el personaje principal sea una adolescente embarazada y proveniente de un barrio?  La joven reconoce la capacidad de una actriz de desdoblarse, pero destaca que es imposible interpretar con honestidad algo que no se ha vivido. Este es, tal vez, el principal razonamiento que pesa sobre la película. “Ramona” inicia c

Reseña: Kokoloko [dir. Gerardo Naranjo, 2020]

" ¿Delicado el amor? No, es duro, es áspero y agresivo, es punzante como el espino " - Romeo y Julieta Han pasado nueve años desde que Gerardo Naranjo presentó un largometraje. Ahora, luego de “Miss Bala”, Naranjo presenta no sólo su regreso al cine, sino que lo hace en doble forma; su incursión en el cine anglosajón con “Viena and The Fantomes” y su extraordinaria “Kokoloko”, una experiencia visceral con la que regresa al retrato de la violencia del narco y su opresión en la sociedad.    “Kokoloko” es una mezcla de las tendencias que han marcado el cine de Naranjo previamente: conflictos amorosos y pasionales, violencia y el uso máximo de las facultades que le brinda la cinematografía para contar una historia a su placer.    Filmada en hermosa película de 16 mm, Naranjo utiliza el limitado espacio de su puesta en escena para mezclar tanto el ambiente paradisíaco de este pueblo costero y la claustrofobia en la que están encerrados sus personajes. Marisol (Alejandra Herrer