- Morena con eto e! – sabroseaba el moreno mientras golpeaba la nalga de la morena para enseñarle la funda llena de jaiva que traía del río. – Ahora e que se va bebe y a gozá – concluía felizmente mientras le apretaba un poco más uno de los cachetes a la morena.
- Coño moreno suave, deja un chin pa´orita – peleaba la morena mientras le quitaba la mano al moreno de sus nalgas y se preparaba para entrarle a la funda de jaivas. – Mejor llamate a los tigueres para hacer una sopa y un locrio, y no movernos pa parte, que la fiesta es aquí mismo – le dio la orden a la morena que se le veía ya más contenta.
El moreno, encaquetado de un beeper de “Caballo blanco”, se encaramó en su motor y lo calibró hacia la salida para armar la bemberría que tenía preparada con su morena.
- ¿Dónde ta ete maldito negro que no llega? – decía la morena secándose el sudor mientras se veían los trates jerviendo en la cocina – yo quiero que me venga con saramería cuando yo te lita.
La morena encuera, con la toalla en la mano se tambalea cual si la tuvieran viendo pal baño, mientras el trueno del 70 del moreno se oye en las afueras de la casa - ¡Morena! voy pal río a quítame la cota, pónteme linda que hoy se va da a má.
El moreno se lleva los jeans y el tshirt estampado que le trajo el cojo de Estados Unidos, para matar el sucio en lo que el sol se oculta detrás de las montañas.
El moreno sube y se mete a la casa deprisa, ya la oscuridad arropo el campo, y los tigueres van llegando acompañados y ya piden a gritos la música y el romo.
En pinta, el moreno sale de la casa - ¿Dónde ta lo que ustedes trajeron?, aquí no se van a venir a jartar a costilla mía na má – grita el moreno cual rey de su selva – “Suave moreno, tenemos las frías en la nevera y lo trago recostado allí en la mesa”.
La morena brilla con su presencia, cuando abre paso, pantalones blanco y blusa negra, para darle un apretón a su moreno. – To eto e tuyo moreno, ponte pa mí hoy – le dice la morena a su moreno en el oído. – No te apure que con tó lo que va pa entro hoy, la pela va ser larga – refuta el moreno confiado.
Las horas pasan, las botellas ruedan, los carderos se vacían, todo el mundo hace como Rá que come y se va.
- Morena suelta eso, vamo a lo de nosotro – le grita el moreno contento a la morena que se preparaba para recorrer los regueros.
- Hay si moreno, tranca tó, pa no despertar a los vecinos, le dice la morena quitándose los apretados pantalones blancos y apretando a su moreno.
La morena no se aguanta, le ha pegado par de mordidas al moreno, el moreno está fuera de sí, se le ve deseoso y preocupado y ya cuando no queda más tiempo para preámbulo:
-Moreno ¿y qué pasó, tampoco funcionó?
Y así el moreno se levantó, trasnochado de nuevo, en busca de esos tantos rumores que se oyen en los campos, de condimentos que ayudan a la virilidad.
- Coño moreno suave, deja un chin pa´orita – peleaba la morena mientras le quitaba la mano al moreno de sus nalgas y se preparaba para entrarle a la funda de jaivas. – Mejor llamate a los tigueres para hacer una sopa y un locrio, y no movernos pa parte, que la fiesta es aquí mismo – le dio la orden a la morena que se le veía ya más contenta.
El moreno, encaquetado de un beeper de “Caballo blanco”, se encaramó en su motor y lo calibró hacia la salida para armar la bemberría que tenía preparada con su morena.
- ¿Dónde ta ete maldito negro que no llega? – decía la morena secándose el sudor mientras se veían los trates jerviendo en la cocina – yo quiero que me venga con saramería cuando yo te lita.
La morena encuera, con la toalla en la mano se tambalea cual si la tuvieran viendo pal baño, mientras el trueno del 70 del moreno se oye en las afueras de la casa - ¡Morena! voy pal río a quítame la cota, pónteme linda que hoy se va da a má.
El moreno se lleva los jeans y el tshirt estampado que le trajo el cojo de Estados Unidos, para matar el sucio en lo que el sol se oculta detrás de las montañas.
El moreno sube y se mete a la casa deprisa, ya la oscuridad arropo el campo, y los tigueres van llegando acompañados y ya piden a gritos la música y el romo.
En pinta, el moreno sale de la casa - ¿Dónde ta lo que ustedes trajeron?, aquí no se van a venir a jartar a costilla mía na má – grita el moreno cual rey de su selva – “Suave moreno, tenemos las frías en la nevera y lo trago recostado allí en la mesa”.
La morena brilla con su presencia, cuando abre paso, pantalones blanco y blusa negra, para darle un apretón a su moreno. – To eto e tuyo moreno, ponte pa mí hoy – le dice la morena a su moreno en el oído. – No te apure que con tó lo que va pa entro hoy, la pela va ser larga – refuta el moreno confiado.
Las horas pasan, las botellas ruedan, los carderos se vacían, todo el mundo hace como Rá que come y se va.
- Morena suelta eso, vamo a lo de nosotro – le grita el moreno contento a la morena que se preparaba para recorrer los regueros.
- Hay si moreno, tranca tó, pa no despertar a los vecinos, le dice la morena quitándose los apretados pantalones blancos y apretando a su moreno.
La morena no se aguanta, le ha pegado par de mordidas al moreno, el moreno está fuera de sí, se le ve deseoso y preocupado y ya cuando no queda más tiempo para preámbulo:
-Moreno ¿y qué pasó, tampoco funcionó?
Y así el moreno se levantó, trasnochado de nuevo, en busca de esos tantos rumores que se oyen en los campos, de condimentos que ayudan a la virilidad.
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