"Vampires vs the Bronx" (Dir. Oz Rodríguez, 2020)
Una de las principales acciones que recibe un barrio en su contra, por parte de las autoridades y de las personas que viven fuera del mismo, es el olvido. Claro, un olvido que existe hasta que se vuelve relevante, para la sociedad externa o para que las autoridades de un gobierno empiecen a explotar las riquezas que tiene el barrio, ya sea por un gesto cultural o por pura ganancia política.
El ejemplo del olvido, y de cómo la sociedad que vive dentro de un barrio, aparentemente, siempre será la responsable de su supervivencia, lo podemos apreciar en la comedia de ciencia ficción de Joe Cornish, Attack the Block (2011); en donde una invasión extraterrestre llega a través de los suburbios de Londres y es responsabilidad de una banda de delincuentes de no solo salvar su bloque, sino también salvar al mundo.
Vampires vs the Bronx del dominicano Osmany Rodríguez (mejor conocido como Oz), disfruta de un encanto similar al filme de Cornish, pero en lugar de una invasión extraterrestre es una amenaza de vampiros la que pretende adueñarse de varios bloques del Bronx.
Similar a Cornish, Oz tiene bastante claro el tono que debe llevar la película y utiliza lo mejor que puede una estética establecida ya por las producciones de Netflix para presentar una de las más simpáticas y honestas (aún con los estereotipos muy marcados) producciones de la plataforma en lo que va el 2020.
Rodríguez claramente se apoya en sus estereotipos de un barrio neoyorquino porque es precisamente lo variopinto del lugar lo que le interesa mostrar, como aquello plano y ordinario por lo que intenta ser sustituido. Porque los vampiros no serían más que una metáfora de la gentrificación que sufren algunos barrios, que, con la excusa de buscar su mejoría, eliminan el corazón y la diversidad que existe entre ellos.
Sus tres personajes principales son marcas de una sociedad oprimida: el preocupado por la ciudadanía que batalla junto al más pequeños, el nerd sobreprotegido que no quiere meterse en problemas, y a quién la sociedad continuamente trata de llevarlo hacia la vida de la delincuencia. Miguel Martínez (Jayden Michael), Luis Acosta (Gregory Díaz IV) y Bobby Carter (Gerald Jones III) son la pieza angular de la historia, equipo a quién se le une Rita (Coco Jones) en donde Rodríguez demuestra la capacidad que tiene para crear empatía y sinergia con sus personajes. La fuerza principal de esta simpática comedia.
Miguel, o el “pequeño gobernador”, inicia el filme elaborando un plan para salvar la bodega donde ha crecido, de ser adquirida por una nueva empresa misteriosa que viene adquiriendo los negocios del Bronx y enviando a sus dueños a una “vida mejor” fuera del barrio.
Hay una mezcla bien lograda entre la comedia, la aventura y los tonos serios dentro de esta película. Rodríguez también asume un reto, o un atrevimiento, para una película “masiva” cuando uno de los personajes principales, “Papo”, el dueño de la bodega, es asesinado por una vampira tratando de defender su bodega. Rara vez vemos ese tipo de “sacrificios” en una película que busca impactar a un público mayoritario. También es un momento que le da profundidad y urgencia a una película que busca plenamente el entretenimiento de su audiencia.
En su simpleza, en el mejor sentido de la palabra, Vampires vs the Bronx demuestra la capacidad que tienen las películas de género de enfrentar sucesos de la vida real a través de un entretenimiento puro. Uno como audiencia puede simplemente disfrutar lo que tiene en pantalla o puede también, leer las metáforas que claramente se presentan frente a ella.
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