Camino a tomar ese tren que desde hacer par de años engalana mi vieja ciudad me imaginé en vivir una de esas historías que se dan en los metros de otros países: las conversaciones, los cortejos, los amores fugaces; sin embargo, sentado ya en uno de los vagones a punto de comenzar mi corta travesía no me vi en ninguna forma interesado de vivir una historia con quienes me acompañaban. Dos paradas más adelante en la plataforma de en frente me quede mirando como dos chicas convrsaban, una de ellas me interesó inmediatamente y me quedé observandola, hombre al fin, lo más que pude. Su amiga me notó y le señalo aquel “hombrecito que la veía desde el metro que esperaba ser llenado para partir de la estación. Yo sonreí y la salude; ella con una vergüenza clara me sonrió y me devolvió el saludo y por los próximos segundos ignoró completamente a su amiga para dejarsu mirada fija en mí. Y en un impulso, mientras nuestras miradas la interrumpía el tren que ella había de tomar y el aviso del q...