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Mostrando las entradas de febrero, 2010

Pocilga

Ella prende un cigarrillo sin importarle nada; como si no fuera suficiente con la peste a alcohol, a humo y a sexo que emanaba del cuarto. Tenía ganas de decirle que aquí no se fuma, o que los únicos que fuman somos yo y quién se acuesta conmigo. Pero a ella no le importaba, no sé que odiaba más, que ella conociera lo asqueroso que yo era o que ella podría serlo también sin ningún problema y verse irresistible mientras lo era.

En la palestra pública

Él no sabía lo que pasaba, nunca había visto tantas luces de cámaras fotográficas, pensó en sonreir un poco por sentirse como una estrella de cine, pero sabía que no era prudente, no estaba allí por ser una estrella sino por otra cosa. Una masa de personas frente a él levantaban las manos alborotados, cada uno peleando una oportunidad para hacer una pregunta. - ¿Quienes son to´ eto loco y que coño le pasa a ello? - se pregunta él mientras una moderadora le da la oportunidad a una de las manos flotantes. -¿Qué pasaría si llegan a un sitio y no hay nada escrito para ustedes?- pregunta una silueta que por la voz reconoce que es un hombre pero que todas las luces no lo dejan ver. Bueno - con la voz un poco titubeante continúa - que se la “vandeen” allá en la oficina eso no es culpa mía.
 “¿Vandeen? ¿qué es vandeen?” - pregunta otro sin esperar su turno.
 Eso es cuando uno se la busca, que resuelvan como pueda - dice Él, “el muy inteligente”.
 Las masas cada vez piden con lo que parece un m

Qué cosa más rara el Internet

Para estas alturas del 2010 es difícil pensar en manejarse sin las “facilidades” que te presenta una conexión al Internet y la historia no cesan cuando una persona “sufre” el hecho de pasar varios días sin el servicio en su casa o actualmente en su teléfono móvil. Yo como trabajo desde mi casa y tiendo a olvidar mis responsabilidades ya recibir pagos tardes sufro ocasionalmente de este dolor. Hoy precisamente les hablo después del letargo más largo que he durado en años sin el “oro tecnológico” que es hoy día el Internet. 5 días. Con la cantidad de historias sobre el hecho de no tener el Internet y las horas que le dedico al mismo entre actualizaciones de páginas, correos, trabajos y claro las constantes distracciones (buenas todas en mi caso) que me brindan Facebook y Twitter, pareciera que este sería el momento indicado para agarrar la cabeza e introducirla en la licuadora, pero no fue así. A falta de tan preciado tesoro, recurrí al viejo hábito de escribir a mano en