
Atrás quedó marzo de los entrenamientos primaverales de las Grandes Ligas, de los casandras y su resumen presentado en un circo.
Atrás quedó marzo, un mes de pitillos y pimientas, de promesas y promesas, de trabajos y rutinas.
Marzo pasa como han pasado todos, lleno de historias olvidadas y con deudas que solo cumplen aniversarios.
Atrás quedó marzo con un degollamiento en un caso extraño en donde el crimen ha quedado por debajo del chisme.
Atrás quedó marzo, donde la flores crecen y llega la primavera, pero ¿se cansará de venir algún día?
Marzo pasa y todavía hay personas sin invitación en Irak, y eso, que se piensan hacer su paso por Irán.
Atrás quedó marzo exiliando a una persona que después de cuarenta y pico de años se intenta probar que no es dominicana por defender su “jus solis”. Y pasa también con el continúo degrado de él país sobre el trato a sus vecinos; ¡El problema es económico no racista! según dicen. Ahora racista de donde si aquí somos de todos los colores.
Atrás quedó marzo y el hombre que vivía en un árbol decide comenzar abril en una cueva.
Atrás quedo marzo y el comienzo de un otros cien años para el gran “Gabo”.
Atrás quedó marzo, y no dijo mucho, ni siquiera un “paso por 31 y nos vemos en el 2008”.
De repente nos queda abril, con una temporada de pelotas que tendremos que disfrutarla “trancados”, con los “jefes del mundo” queriendo controlar todo y “los del país” tuteando con el hambre siguen su faena de “defensores del pueblo”.
Atrás quedó marzo, de pugnas y despidos, de yo se que lo estas haciendo mal porque trabaje contigo, de que lo voy hacer mejor porque trabaje contigo y se que no debo hacer, de que es una realidad que Marbella es un candidato presidencial.
Atrás quedó marzo, y ellas se la lucieron, las que mandan y las que valen, si ellas causantes de logros y de también males, de imposibles vivir con ellas pero imposible hacerlo sin ellas, atrás quedó marzo y todos los años, días, horas y minutos de ellas para dar paso a otros infinitos por ellas.
Atrás quedó marzo y nos dejo abril. ¡Entonces!.
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