
Oscar Wilde
Atrás quedó el abril revolucionario de hace 42 años con sus delirios de democracia, de izquierda, de justicia y de utopías olvidadas.
Atrás quedó ese abril de Caamaño y el grupo valiente de los olvidados.
Atrás quedó el abril de una condena necesaria por un crimen cometido hace 32 años en contra de mi tocayo.
Atrás quedó el abril de una nueva Semana Santa de defunciones y de su día de tragos legales sin temor al frío hierro de las esposas.
El libro comenzó su abril en grande, en Feria, adornando estantes de donde les cuesta mucho moverse. ¡Qué perezosos!
Atrás quedó el abril de Pavel en la Casa (al cuadrado) y de Marel en el Patio de la moneda, brindando lo mejor del rock criollo y oculto en espacios de duendes.
Atrás quedó abril con el despido de una compañera, de una sonrisa menos en el mundo, de la carismática forma de ver la vida, de nuestra querida Martha Sepúlveda.
Atrás quedó abril, con el día del periodista y el día de la secretaria, personal importante en los día a día en un país que intenta sobornar, maltratar y corromper a estos dos caminantes de esta precaria tierra.
Atrás quedó abril, con el adiós de mi tía querida, mi amiga, mi consejera, una mujer hermosa e increíble, doña Margarita Molina, a quién de corazón extraño mucho, mucho. Y atrás quedó él con los difíciles días de una familia increíble y ejemplar.
Atrás quedó el abril de reuniones necesarias entre amigos de infancia en una situación pesada y dolorosa ya mencionada anteriormente.
Atrás quedó abril con las batallas pegajosas de dos babosas moradas, que al igual que su camino tarda y tarda y tarda en terminar.
Atrás quedó el abril del comienzo de la corrida de Nadal 4 x 4 y el comienzo de la recta final en todo el fútbol.
Atrás quedó el abril de entrenamientos para la pelea del nuevo siglo.
Atrás quedó el abril de los Yuniol y del Juan Luis Guerra del cine.
Atrás quedó abril con un bonaerense de visita en Casa España en suelo dominicano, Siempre él, de bocanada, por ahí hiendo.
Atrás quedó el abril de los trabajadores y su batalla salarial, para recibir por sus esfuerzos una buena bofetada.
Atrás quedó el abril, de nuevo, de los chóferes y sus masas, de votos de hambre hasta que le diera hambre, de metros y seguridades nacionales, de necedades necesarias (esas típicas de un periodista), de esa neblina densa que cada día nos obstruye la vista.
Atrás quedó el abril de la salud…. ni siquiera tengo deseos de decir más.
Atrás quedó el abril del héroe/asesino/terrorista Posada Carriles, de los vetos presidenciales, de más muertes en Irak y de hechos que ya son fracasos pero no son aceptados.
Atrás quedó abril y cerró como mejor pudo, con el más necio de todos, en un encuentro popular, empañado por el toque burocrático pero que no evitó los gritos revolucionarios que le devolvió todo a un visiblemente molesto (al comienzo) Silvio.
Y aquí viene mayo, salúdenlo, marcará el final de la estupida babosería (ya antes mencionada) para dar comienzo a la más catastrófica de todas. ¡Sálvense quien pueda!
Comentarios