
Arthur Schopenhauer
Los constantes fracasos del cine dominicano, de donde solo han salido una que otra película viva, se ha atribuido a un gran número de cosas: las actuaciones, la historia, la dirección, entre otras. Pero el gran ausente, incluso de aquellas que han sido “mejorcita” ha sido la música.
En nuestro nuevo “boom” de cultura, la ambición ha sido inmensa, cantidad de cineastas se han arriesgado por la pantalla grande y la mayoría de ellos hubiera deseado no haberlo hecho.
Las películas dominicanas se han caracterizado por carecer de un sin número de elementos técnicos, pero la musicalización ha sido siempre la gran ausente.
En un país tropical, en donde la música la lleva todo el mundo en el alma, ningún cineasta criollo se ha preocupado por que su película contenga la dramatización ejemplar que brinda la música de sentido fílmico, centrándose solo en los sonidos obligatorios: el ruido, ambiente, voces, que han sido de calidad muy mediocre.
No estoy diciendo que una producción criolla pudiera compararse al “Señor de los anillos”, pero esta super preoducción debiera ser tomada como ejemplo musical para las producciones dominicanas, esta trilogía cuenta, prácticamente, por composiciones por escena, que le brindó el dramatismo necesario para una película de esa índole.
Otras entregas en donde la música ha sido culpable de los logros del largometraje, “Psycho” de Alfred Hitchcock, Bernard Herman (musicalizador de Psycho) creo una pieza que ha pasado a la historia y es influencia para las nuevas composiciones de películas de suspenso. (Alguien recuerda la escena de la silueta de una persona sosteniendo un cuchillo detrás de las cortinas de la ducha).
Y quién podría olvidar la dolorosa composición de Nino Rota para la saga de “El Padrino”, esas notas inolvidables que le dieron más intensidad y tristeza a una drama trascendental.
Estos sentimientos en voces y notas largas le dieran más vida a una industria que necesita ir mejorando con cada entrega, y no se pude decir que dominicana no tiene material, que me dicen de Felle Vega, de la mismisia Orquesta Nacional, de Guy Frómeta, del grandioso Michel Camilo, que fue compositor de los temas más famosos de cadenas televisivas de Estados Unidos.
No basta con ponernos imagen, lo audiovisual es eso mismo, audio y visual, el sentimiento que vemos, debemos sentirlo en los oídos o en el corazón, ya sea una tonada acelerada por una escena de acción o una profunda y suave como preludio de un beso, entonces de ahí podemos marchar a enamorar a la audiencia porque no vale un buen argumento si lo técnico esta echado al carajo.
(Foto: Michael Camilo)
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