Con motivo de despejar la mente, pasar rato con mi hermano (que se me va para España dentro de poco) y alejarme de lo cotidiano de la vida, emprendimos la habitual marcha de muchos un domingo desde temprano en la mañana en busca de sol, arena y mar.
Armados de utensilios para un BBQ llegamos a una de las pocas entradas que hay para la “playa pública” luego de que transcurriera un camino que pareció una eternidad (en un próximo post explicó mis comillas y la última expresión) creíamos haber llegado por fin a pasar un momento de tranquilidad, ocio y gula dominical.
Empero, las cosas no transcurrieron así, en el momento en que estuvimos a punto de echar carne en el asunto uno de los “encargados de nuestra seguridad”, un p.n. (en minúsculas, traducción: payaso nacional, pene inservible), luego de que se diera cruces incontables por nuestra alquilada morada, decidió darse cuenta del BBQ y prohibirnos el uso del mismo en la playa.
Antes que todo, no quiero liberarme de culpa, pues si estaba escrito (explicaré esto en otro post) pero quedamos de acuerdo con las personas que allí se encuentran para hacer nuestro “cocinao” que luego de que el encargado de “entretenimiento” para no volver a usar “payaso” nos impidiera concretizar nuestra oferta culinaria en la playa, se nos acercaron y nos explicaron que era ñoñerias de ellos, puesto que, en ocasiones se lo han permitidos a otras personas. Qué sorpresa, ¿por qué será?
Al trasladarnos al negocio de enfrente para poder realizar el BBQ, no había ni la sombra de ninguno de los anteriormente mencionados, al parecer había un cumpleaños por los predios, y en esta ausencia de seguridad ocurrió el punto más deplorable de ese día de playa.
Armados de utensilios para un BBQ llegamos a una de las pocas entradas que hay para la “playa pública” luego de que transcurriera un camino que pareció una eternidad (en un próximo post explicó mis comillas y la última expresión) creíamos haber llegado por fin a pasar un momento de tranquilidad, ocio y gula dominical.
Empero, las cosas no transcurrieron así, en el momento en que estuvimos a punto de echar carne en el asunto uno de los “encargados de nuestra seguridad”, un p.n. (en minúsculas, traducción: payaso nacional, pene inservible), luego de que se diera cruces incontables por nuestra alquilada morada, decidió darse cuenta del BBQ y prohibirnos el uso del mismo en la playa.
Antes que todo, no quiero liberarme de culpa, pues si estaba escrito (explicaré esto en otro post) pero quedamos de acuerdo con las personas que allí se encuentran para hacer nuestro “cocinao” que luego de que el encargado de “entretenimiento” para no volver a usar “payaso” nos impidiera concretizar nuestra oferta culinaria en la playa, se nos acercaron y nos explicaron que era ñoñerias de ellos, puesto que, en ocasiones se lo han permitidos a otras personas. Qué sorpresa, ¿por qué será?
Al trasladarnos al negocio de enfrente para poder realizar el BBQ, no había ni la sombra de ninguno de los anteriormente mencionados, al parecer había un cumpleaños por los predios, y en esta ausencia de seguridad ocurrió el punto más deplorable de ese día de playa.
Tomando en cuenta que ayer la tormenta Felix, se convirtió en huracán y llegó a la categoría 5, el mar estaba peligroso y siento que debió haber un restricción o las playas debieron haber estado muy vigiladas.
Con las fuertes olas con la que contaba el mar ese día, similares a las de Caribean Sun (Playa Caribe, Embassy, como quieran llamarle), la vida de un joven que se rindió por no poder regresar fue “presuntamente” extinguida en una de las más despiadadas muertes que existen, la de ahogamiento. (Presuntamente porque el cuerpo no fue encontrado).
Mientras ocurrían gritos, y amigos y desconocidos que rondaban la playa se lanzaban en busca del adolescente, rondaba los 12 o 13 años por lo que se me permitió averiguar, y la seguridad, a pesar del amontonamiento y los gritos, se encontraba perdida en acción.
A los 10 minutos de que el suceso se diera inicio, los mencionados anteriormente, esos mismos que no daban presencia desde que evitaron la tragedia de cocinar en la playa, se veían observando tranquilamente hacia el mar, con radio en mano (sin darle ningún uso), esperando a lo mejor que uno de los tantos ciudadanos que se encontraban buscando al joven perdido lograran realizar un trabajo que no les pertenecía.
Luego de aproximadamente otros 10 y tantos minutos, alguien se les acerco y los intercambios radiales ocurrieron (invito a que me pregunten si valió de algo).
Estos volvieron por la misma neblina con la que llegaron, debieran ser ilusionistas o magos aunque ya se encuentran en el medio del entretenimiento, y las personas seguían especulando el paradero del joven perdido en el estomago de un mar que se tornaba más violento.
Con el sufrimiento de los familiares del joven, llegaron más allegados que tomaron la noticia con extenso dolor y desesperación (de que otra forma si no así) uno quería entrar a como de lugar al agua omitiendo los consejos que los presentes le daban y la otra reanudaba a gritos el pesar y el dolor que los familiares que estaban en la playa habían podido calmar.
De repente, lo inaudito, sin aparecer el cuerpo del joven, ya sin esperanza de encontrarlos vivos, fueron detenidos por un cuerpo policial, que llegó una hora después, familiares de la víctima, al parecer primos o hermanos, para una supuesta investigación. Los “encargados de nuestra seguridad” no escucharon los gritos de la muchedumbre que les pedía la aparición del cuerpo y que no dilatarán más tiempo en cosas inútiles, pero sus plegarias fueron inútiles y los “cerdos” (frase celebre del cine para referirse al cuerpo policial) partieron con tres jóvenes inocentes detenidos que su único delito fue notificar la perdida del joven y de todo lo que hicieron para salvarlo.
El ambiente se llenó de angustia y de impotencia, los familiares devastados, unos acosando a otros por falta de cuidados, los otros defendiéndose, pero la llama de un joven ya parecía más que apagada y los únicos que hicieron intento por salvarlo o encontrarlo fueron los mismos ciudadanos, cumpliendo un trabajo que no les toca, hoy precisamente vi la noticia de un hombre que se ahogó tratando de salvar otra persona.
Sabemos que debemos cuidarnos y que en primera instancia la seguridad esta en nuestras manos, pero y si no es suficiente, en quien confiamos, en que otro ciudadano salve a alguien que no conoce, que sin los conocimientos o materiales necesarios, arriesgué su vida, hoy me hundo en una gran tristeza por uno de los sucesos que pongo en la carpeta de los que me han afectado y mientras escribo estas palabras me engranojo y se me aguan los ojos.
Me despido con estas imágenes del suceso, estas imágenes y este texto fue lo poco que pude acaparar en un ambiente que se torno hostil para mi persona, en donde los familiares de las victimas y los presentes estuvieron al romperme la madre hasta que no me identifique como profesional y expliqué cuál eran mis intenciones, las cuales no se si sean posibles cumplir.
Con las fuertes olas con la que contaba el mar ese día, similares a las de Caribean Sun (Playa Caribe, Embassy, como quieran llamarle), la vida de un joven que se rindió por no poder regresar fue “presuntamente” extinguida en una de las más despiadadas muertes que existen, la de ahogamiento. (Presuntamente porque el cuerpo no fue encontrado).
Mientras ocurrían gritos, y amigos y desconocidos que rondaban la playa se lanzaban en busca del adolescente, rondaba los 12 o 13 años por lo que se me permitió averiguar, y la seguridad, a pesar del amontonamiento y los gritos, se encontraba perdida en acción.
A los 10 minutos de que el suceso se diera inicio, los mencionados anteriormente, esos mismos que no daban presencia desde que evitaron la tragedia de cocinar en la playa, se veían observando tranquilamente hacia el mar, con radio en mano (sin darle ningún uso), esperando a lo mejor que uno de los tantos ciudadanos que se encontraban buscando al joven perdido lograran realizar un trabajo que no les pertenecía.
Luego de aproximadamente otros 10 y tantos minutos, alguien se les acerco y los intercambios radiales ocurrieron (invito a que me pregunten si valió de algo).
Estos volvieron por la misma neblina con la que llegaron, debieran ser ilusionistas o magos aunque ya se encuentran en el medio del entretenimiento, y las personas seguían especulando el paradero del joven perdido en el estomago de un mar que se tornaba más violento.
Con el sufrimiento de los familiares del joven, llegaron más allegados que tomaron la noticia con extenso dolor y desesperación (de que otra forma si no así) uno quería entrar a como de lugar al agua omitiendo los consejos que los presentes le daban y la otra reanudaba a gritos el pesar y el dolor que los familiares que estaban en la playa habían podido calmar.
De repente, lo inaudito, sin aparecer el cuerpo del joven, ya sin esperanza de encontrarlos vivos, fueron detenidos por un cuerpo policial, que llegó una hora después, familiares de la víctima, al parecer primos o hermanos, para una supuesta investigación. Los “encargados de nuestra seguridad” no escucharon los gritos de la muchedumbre que les pedía la aparición del cuerpo y que no dilatarán más tiempo en cosas inútiles, pero sus plegarias fueron inútiles y los “cerdos” (frase celebre del cine para referirse al cuerpo policial) partieron con tres jóvenes inocentes detenidos que su único delito fue notificar la perdida del joven y de todo lo que hicieron para salvarlo.
El ambiente se llenó de angustia y de impotencia, los familiares devastados, unos acosando a otros por falta de cuidados, los otros defendiéndose, pero la llama de un joven ya parecía más que apagada y los únicos que hicieron intento por salvarlo o encontrarlo fueron los mismos ciudadanos, cumpliendo un trabajo que no les toca, hoy precisamente vi la noticia de un hombre que se ahogó tratando de salvar otra persona.
Sabemos que debemos cuidarnos y que en primera instancia la seguridad esta en nuestras manos, pero y si no es suficiente, en quien confiamos, en que otro ciudadano salve a alguien que no conoce, que sin los conocimientos o materiales necesarios, arriesgué su vida, hoy me hundo en una gran tristeza por uno de los sucesos que pongo en la carpeta de los que me han afectado y mientras escribo estas palabras me engranojo y se me aguan los ojos.
Me despido con estas imágenes del suceso, estas imágenes y este texto fue lo poco que pude acaparar en un ambiente que se torno hostil para mi persona, en donde los familiares de las victimas y los presentes estuvieron al romperme la madre hasta que no me identifique como profesional y expliqué cuál eran mis intenciones, las cuales no se si sean posibles cumplir.
Comentarios
Pero estamos en República Dominicana el país de las innumerables maravillas!!!
Saludos y que pases un buen día Orlando.
Una aclaración a Joan Guerrero, Nuestro país no cuenta con ningún tipo de seguridad en los 48,442 km² de superficie terrestre que tenemos. Es decir estamos protegidos por la obra y gracia de Dios.