¿Qué hago ahora que no tengo con que pisar?, el suelo lo he besado y no de buena forma, porque mis piecitos me han abandonado he sufrido el mismo destino de Vicente Holgado, mis compañeros han conspirados en mi contra y me han abandonado.
¿Me habrán dejado sin zapatos? ¿Cuántos se habrán llevado?, hum, para lo que me interesan los calzados a estas alturas, los que los llenan ya no están conmigo. ¿Se habrán ido juntos? ¿se habrán separado y tomado su propio camino?
Donde quiera que estén les pido perdón, perdón por los caminos rocosos, por la ardiente arena de la playa, por los zapatos apretados, por el uso excesivo de los Converse, por las interminables caminatas descalzo en la casa, por la esponja de lavado dura, por la suave, por el lodo, por las espinas.
Perdonen el nunca haber consultado con ustedes por donde querían caminar, que querían que lo cubrieran en el momento, solo deseo, mientras me arrastro hasta el baño, encontrarlos desorientados, hablando, entretenidos, que de alguna forma se hallan olvidado que tenían que volver.
¿En que andarán? ¿Estarán con otros pies? ¿con los de melancolía o lo de soledad? ¿Estará alguien como yo, arrastrándose hasta el lavado analizando como hacer sus necesidades una vez que llegue allí? Qué difícil y que falta inmediata me hacen mis queriditos pies, el vacío que muestra la vista de mi rodilla hacía abajo, me llena de nostalgia y de ansiedad, ¿andarán de fiesta? ¿estarán bien? ¡Que angustia!
Me devuelvo a medio camino, ya no puedo pensar en que haré, no soy nada sin mis pilares, sin mis queridos piecitos, ¿porqué se habrán marchado? ¿Qué habré hecho mal? Antes de que la angustia se apodere de mí y consuma mi cordura me duermo, esperando afrontar esta desgracia más tranquilo cuando despierte.
El cansancio de haber regresado a mi cuerpo luego de un sueño me aturde y me siento en la cama, me estrujo mis ojos afectados de antimatismo y miopía, y me levanto para inmediatamente caer en el suelo, se ha caído un vaso de agua y me he resbalado. Mientras me secó la sangre de mis labios que me provocó la caída bailoteo mis piecitos frente a mis ojos y les doy un calido saludo. No se porqué.
(Foto: Los piecitos de Bebel)
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