Orquestado por tres antiguos estudiantes de diferentes promociones, el viaje nostálgico por las ruinas de lo que fuera nuestro antiguo centro educativo comenzó como respuesta a “buscar algo que hacer” en lo que en la historia es un día de resacas o de bebidas continuas.
Minimizado a ruinas el Yody parece mucho más pequeño que lo que era cuando lo frecuentamos, las vivencias en al área de básica de nivel medio, en el salón de informatica y en el recreo se hacian presente mientras caminabamos por los escombros de lo que fue alguna vez nuetro segundo hogar.
Lo sorprendente fue encontrar trabajos de antaños tirados en el suelo de lo que era antes la biblioteca, que parece haber reducido su tamaño, donde aparecían trabajos de mis compañeros y de otros estudiantes de cuando cursábamos básica y principios de media.
Y en realidad podemos decir lo que queramos, de no querer saber más de nuestro colegio, de que esto que lo otro, pero remembrando en lo sencilla que era la vida por esos tiempos y lo bueno de todas “las primeras cosas” – yo me di mi primer beso en esa esquina (confesó uno de los vandalos) es imposible no sentir nostalgia a pasar cerca o estar dentro de tu antiguo centro de educación y en especial cuando se encuentra en las condiciones de un Yody que a principio de este año anunció que cerraba sus puertas por razones aún desconocidas.
Yo soy uno que daría todo por estar jugando “Yun”, por estar haciendole la vida imposible a Geralda y a los profesores de idiomas, por visitar interdiario la dirección y por oír las cursis letras de “Compañeros y amigos de la escuela….”
Hasta aquí me quedo con estas imágenes que dan grima de un centro donde hubo tanta vida.
Comentarios