Esta de más hablar sobre todos los fetiches que puede tener un ser humano, sobre todo el hombre, no porque este sea hombre, sino que este no es tan bueno ocultándolo como las mujeres.
Y el que me llega a la mente ahora mismo, es la obsesión, un poco oculta, de nosotros los hombres con los nombres de las mujeres, son tan importantes, porque suspiramos con ellos, los aborrecemos, nos inspiramos, y los maldecimos.
Empero, hay algo que tenemos muchos hombres, y el último caso, que fue el de un amigo mío, me hizo caer en cuenta que no era una locura de un solo hombre, sino de varios. El hecho de nombrar cosas muy queridas de nosotros con nombres de mujer.
En el caso mío, lo he hecho siempre, antes cuando jugaba billar, mi taco, mi querido taco, llevaba por nombre Irene (el nombre de mi madre), ese nos hacía ganar muchas manos a mi y a mi viejo que eventualmente dejo de usar el suyo para usar el mío. Pero no quiero hablar del pasado sino del presente.
Actualmente mi felicidad son mis tres nenas, mis ñoñerías, las que cuando llegan a casa, aunque a veces se ponen tercas, están allí para que yo haga lo que quiera con ellas.
Está: “Virginia”, la última en agregarse, una laptop que apareció por emergencia al pasar a mejor vida la que poseía antes (por eso, no mencionaremos su nombre). Virginia viene a ser mi mascota digital, mi aguante de garabatos, mi papel y mi tinta inseparable y sino han hecho la conexión, el nombre vino por la señorita Woolf.
Luego viene la imponente, “Angélica”, la vestida de blanco (y no para beber), es mi Imac querida, la que esta supuesta ha generarme los chelitos extras pero anda negadita estos últimos días. Pero es la de trabajar audiovisual. ¿Una futura productora tal vez?. El nombre viene de una editora cubana, la hija de mi jefa, creo que solo es un intento por enfriarme con la patrona, pero es adecuado porque la maquina es angelical.
Y la última es mi preferida, mi Layla querida, si como la canción, “Layla you got on my knees, Layla…” mi Nikon D40, la nena number 1, mi fiel compañera espiatoria (para no decir compañera inseparable de brecheo), tenía que ser ese nombre, me encanta, la canción la sufro, y cada vez que la nena se ha caído lo he sufrido igual.
Este es un mini ejemplo de las loqueras de nosotros los hombres con nuestras cosas más preciadas o no se recordarán ustedes de aquella compañera inseparable, “Margarita” en Perico Ripiao de Ángel Muñiz.
Y el que me llega a la mente ahora mismo, es la obsesión, un poco oculta, de nosotros los hombres con los nombres de las mujeres, son tan importantes, porque suspiramos con ellos, los aborrecemos, nos inspiramos, y los maldecimos.
Empero, hay algo que tenemos muchos hombres, y el último caso, que fue el de un amigo mío, me hizo caer en cuenta que no era una locura de un solo hombre, sino de varios. El hecho de nombrar cosas muy queridas de nosotros con nombres de mujer.
En el caso mío, lo he hecho siempre, antes cuando jugaba billar, mi taco, mi querido taco, llevaba por nombre Irene (el nombre de mi madre), ese nos hacía ganar muchas manos a mi y a mi viejo que eventualmente dejo de usar el suyo para usar el mío. Pero no quiero hablar del pasado sino del presente.
Actualmente mi felicidad son mis tres nenas, mis ñoñerías, las que cuando llegan a casa, aunque a veces se ponen tercas, están allí para que yo haga lo que quiera con ellas.
Está: “Virginia”, la última en agregarse, una laptop que apareció por emergencia al pasar a mejor vida la que poseía antes (por eso, no mencionaremos su nombre). Virginia viene a ser mi mascota digital, mi aguante de garabatos, mi papel y mi tinta inseparable y sino han hecho la conexión, el nombre vino por la señorita Woolf.
Luego viene la imponente, “Angélica”, la vestida de blanco (y no para beber), es mi Imac querida, la que esta supuesta ha generarme los chelitos extras pero anda negadita estos últimos días. Pero es la de trabajar audiovisual. ¿Una futura productora tal vez?. El nombre viene de una editora cubana, la hija de mi jefa, creo que solo es un intento por enfriarme con la patrona, pero es adecuado porque la maquina es angelical.
Y la última es mi preferida, mi Layla querida, si como la canción, “Layla you got on my knees, Layla…” mi Nikon D40, la nena number 1, mi fiel compañera espiatoria (para no decir compañera inseparable de brecheo), tenía que ser ese nombre, me encanta, la canción la sufro, y cada vez que la nena se ha caído lo he sufrido igual.
Este es un mini ejemplo de las loqueras de nosotros los hombres con nuestras cosas más preciadas o no se recordarán ustedes de aquella compañera inseparable, “Margarita” en Perico Ripiao de Ángel Muñiz.

Comentarios
Los hombres suelen hacer eso.. a mi camara que la bautice mi amorsote ejjeej pero es linda!!!