
En estas últimas semanas he sido asiduo a visitar diferentes pueblos de nuestra hermosa isla, y de conocer brevemente personas muy simpáticas y uno que otro localcito de ocio siempre, de vuelta a la capital, se queda el deseo de haberme quedado un momento de más.
El momento más terrible de un viaje es cuando te toca volver, y más si el viaje ha sido breve porque uno siente que se va cuando a penas le está cojiendo el piso al lugar.
A pesar de que estos viajes han sido netamente de trabajo, y que uno se pasa unas cuatro horas trancado en un salón cubriendo una asamblea, son esas dos o tres horitas que uno utiliza para disfrutar de lugares como Mao, Puerto Plata, Nagua, San Francisco, Esperanza, etc.
Me parece que la nostalgia que siento cuando regreso a la principal ciudad de los apagones es expresada por la foto que decora este post tomada desde un respiro en la parada Turey en la Cumbre.
El momento más terrible de un viaje es cuando te toca volver, y más si el viaje ha sido breve porque uno siente que se va cuando a penas le está cojiendo el piso al lugar.
A pesar de que estos viajes han sido netamente de trabajo, y que uno se pasa unas cuatro horas trancado en un salón cubriendo una asamblea, son esas dos o tres horitas que uno utiliza para disfrutar de lugares como Mao, Puerto Plata, Nagua, San Francisco, Esperanza, etc.
Me parece que la nostalgia que siento cuando regreso a la principal ciudad de los apagones es expresada por la foto que decora este post tomada desde un respiro en la parada Turey en la Cumbre.
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