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Qué cosa más rara el Internet


Para estas alturas del 2010 es difícil pensar en manejarse sin las “facilidades” que te presenta una conexión al Internet y la historia no cesan cuando una persona “sufre” el hecho de pasar varios días sin el servicio en su casa o actualmente en su teléfono móvil. Yo como trabajo desde mi casa y tiendo a olvidar mis responsabilidades ya recibir pagos tardes sufro ocasionalmente de este dolor.

Hoy precisamente les hablo después del letargo más largo que he durado en años sin el “oro tecnológico” que es hoy día el Internet. 5 días.

Con la cantidad de historias sobre el hecho de no tener el Internet y las horas que le dedico al mismo entre actualizaciones de páginas, correos, trabajos y claro las constantes distracciones (buenas todas en mi caso) que me brindan Facebook y Twitter, pareciera que este sería el momento indicado para agarrar la cabeza e introducirla en la licuadora, pero no fue así.

A falta de tan preciado tesoro, recurrí al viejo hábito de escribir a mano en libretas y hojas que siempre termino botando (no intencionalmente) porque he aquí una de las ironías de prescindir de este servicio (de nuevo en mi caso), sin el gozo de ninguna de las distracciones que se disfrutan con el servicio para mi era inútil trabajar desde mi querida máquina a menos que no fuera la corrección de fotos o mini diagramación de textos de algún cliente fugaz. Claro también la energía eléctrica hace que uno pierda el interés completamente de esforzarse a prender el computador y creanme así como el servicio de Internet se me fue negado por malapaga, la innegable luz dijo: “aquí no me necesitan”.

Entonces entre el calor y su hermana: “la calor”, yo me refugiaba en libros y escribir en esas hermosas libretas amarrillas o unas endemoniadas que lucen el logo de mi antiguo empleo (como muchos mi labor favorita era robarme el material gastable) y entre una y otra rara vez salía de mi cuarto, prefería quedarme en casa a ver películas cuando llegaba la luz y me acostaba temprano (la acción de acostarse raramente implicaba dormir o aquella acción hermosa que puede estar pasando por su cabeza, o por la mía inmediatamente escribí esa última línea) para cada día repetir una rutina que a fin de cuentas no me molesto mucho.

Empero, este tipo de asunción de: “todo está bien aunque no haya Internet” se comprobó errónea cuando tuve la oportunidad, en un trabajo, de disfrutar del Wi-Fi en mi celular. Allí todo cambió y me di cuenta la falta que me hacía, por las distracciones claro porque el trabajo fluía (…) recuerdo, como al tercer día, haber llegado adonde un cliente con un boletín pequeño escrito completamente en una de esas hermosas carpetas amarrillas para ser digitado en una de las computadoras de su pertenencia, al ver esto el pregunto: ¿y que pasó? – justo cuando iba a responder la estupidez de decir que tenía el Internet cortado atiné a decir que tenía mi computadora en revisión. !Ay el “Infernet”!.

Pero nada, ahora devuelta a la labor, dependiente de mi querida Vesper (mi computadora) y de mi fiel “amigo” el Internet, claro, siempre y cuando doña Bella (la luz) me deleite con su presencia.

Comentarios

gisellita® dijo…
Me gustó mucho tu Blog, mi querido Querubín...Pasaré a menudo por aqui...si el infernet me lo permite.

...By the way, ya que eres un malapaga con los servicios energéticos, creo que es hora de que te compremos una hermosa "MOLESKINE" de páginas blancas...vamo' a ver a quién embaucamos pa que nos la traiga pronto from los "iunaires"
...el mundo en su movimiento.

Me parece interesante la reflexión en cuanto a la carencia(transitoria)ante los medios que poseemos para conectarnos con el mundo.

Le invito a pasar por mi blog,que bien podría representar una poesía de las carencias desde un punto de vista interior.

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