Estaba pasmado [sin dormir claro], ensimismado viendo las habilidades de mi extraña visitante mientras medía y anotaba, medía y anotaba. No fue hasta un rato en que me moví, por ordenes de ella, cuando se decidía a medir la superficie y profundidad de mi morada nocturna.
Al terminar hizo un gesto que ordenaba que recuperara la posición anterior, yo sin mucho que decir acepte.
Con las sabanas hasta las narices, era una de esas extrañas noches frías, observaba como sentada en su silla organizaba todos los apuntes hechos durante su extraña “obligación laboral”. Flaca, jeans gastados ajustados y unas de esas blusas que descubren el hombro que tanto desconciertan a uno, una especie de trabajadora con estilo.
Mi intento de sentarme en la cama y entablar una conversación fue detenido por una mirada directa de ella por encima de cuadernos de anotaciones, yo entonces me hice el dormido [como cuando de pequeño uno cree que hay un “cuco” en la habitación y aprieta los ojos lo más que no pueda]. Ella se acercó, yo la sentí bastante cerca, pero todavía me hacía el dormido. Al poco rato, un silencio abrumador secuestró la habitación. Ella se había ido, dejo atrás un Nivel que marcaba una morada nocturna completamente desnivelada. Ya no pude ni dormir ni hacerme el dormido.
Al terminar hizo un gesto que ordenaba que recuperara la posición anterior, yo sin mucho que decir acepte.
Con las sabanas hasta las narices, era una de esas extrañas noches frías, observaba como sentada en su silla organizaba todos los apuntes hechos durante su extraña “obligación laboral”. Flaca, jeans gastados ajustados y unas de esas blusas que descubren el hombro que tanto desconciertan a uno, una especie de trabajadora con estilo.
Mi intento de sentarme en la cama y entablar una conversación fue detenido por una mirada directa de ella por encima de cuadernos de anotaciones, yo entonces me hice el dormido [como cuando de pequeño uno cree que hay un “cuco” en la habitación y aprieta los ojos lo más que no pueda]. Ella se acercó, yo la sentí bastante cerca, pero todavía me hacía el dormido. Al poco rato, un silencio abrumador secuestró la habitación. Ella se había ido, dejo atrás un Nivel que marcaba una morada nocturna completamente desnivelada. Ya no pude ni dormir ni hacerme el dormido.
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