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La necedad de los premios al cine



“Todavía pienso que los premios son estúpidos. Sin embargo, serían menos estúpidos si reconocieran a las personas indicadas.” - Ron Swanson [Nick Offerman, Parks and Recreation]. 


A las personas le fascinan los premios. Recibirlos, ser nominados, disfrutarlos o no disfrutarlos. Solamente aquí en nuestro país, en el pequeño polígono central, tenemos tres “grandes” premiaciones para el cine [Soberanos, Premios La Silla, Amucine] y ahora se les agrega lo que pueda traer la asociación de críticos dominicanos y la edición local del Dominican Film Festival que celebra una edición en el país desde el 2018. 


Si me permiten tomar como ejemplo la premiación “The Game Awards”, un evento que reconoce la industria de los videojuegos desde el 2014 y año tras año, en una comunidad que rara vez se queda callada, deja mucho que desear y debatir. Uno de los debates más interesantes se generó en un podcast sobre la relevancia no solo de estos premios, sino de las premiaciones en general. 


Así que podemos preguntarnos:

¿Son importantes y/o relevantes las premiaciones en el mundo del arte, en este caso, en el cine?

Hace muchos años que no existe una conversación diferente concerniente a las nominaciones y premiaciones de estos eventos televisivos. Ellos, La Academia y la Prensa Extranjera en Hollywood, reconocen los mismos temas, las mismas conversaciones, las mismas personas, con algunas muy pequeñas excepciones. Éstas, en definitiva, son unas celebraciones del status quo en busca de rating televisivo disfrazadas de reconocimientos al Séptimo Arte.



Lamentablemente sí. ¿Por qué? Pues los premios, y sus nominaciones, son una fuente extraordinaria de difusión. No hay un momento en el que las salas de cine no estén más llenas en la ciudad de Santo Domingo que luego del día en que las nominaciones a los premios de la Academia son anunciadas y existan una o dos películas nominadas en cartelera. 


La temporada de premios ha servido a muchas películas que no gozan de la popularidad de producciones como las de los superhéroes, por ejemplo, generan un pequeño interés más allá de los/as cinéfilos/as que están constantemente pendientes a todo género que le puede brindar el mundo cinematográfico. 


Por unos cuantos meses, la curiosidad cinéfila dominicana general se expande a un grupo de películas que dos organizaciones - La Academia y la prensa extranjera en Hollywood - les dicen que son las mejores del año. Las conversaciones, más ruidosas que otra cosa, se tornan a la validez de esas observaciones y es posible, aunque en una muy pequeña escala, ampliar en lo que muchos creemos y entendemos que es el cine.  


¿Qué es el cine o qué entendemos por cine?


No voy a pretender aquí dar una explicación “superior” a lo que se entiende popularmente o académicamente por cine. Esas definiciones están más que publicadas y debatidas a lo largo de los años. Lo que sí continúa siendo materia de debate es todo aquello que concierne a las nuevas formas de distribución y a la constante comparación del cine popular/masivo y las historias que son reconocidas en estos premios. 


La directora Dee Rees, hace un par de años, siendo reconocida en los premios de cine independiente por su película Mudbound destacaba que no importa dónde su película fuese distribuida - se presentó por Netflix en Estados Unidos - ni en qué dispositivo la audiencia haya decidido verla, ella hizo cine y tomó el cuidado necesario en absolutamente todos los rubros para hacer el filme y estaba en lo correcto, Mudbound es definitivamente una de las mejores películas de 2017.  


Sus declaraciones llegaban apenas unos días después de que Steven Spielberg y Christopher Nolan hayan declarado que películas presentadas en plataformas de streaming no merecían ser nominadas a un premio de la Academia, pues eran películas de televisión y no cine “real”. 


“Una vez te comprometes a un formato de televisión, eres una película de televisión”, “Si es un buen show, definitivamente mereces un Emmy pero no un Oscar. No creo que a películas que se le haya dado un par de días en salas de cine para una calificación por menos de una semana puedan calificar para una nominación en los premios de la Academia”. - Spielberg, 2018. 


¿El cine para ser cine debe ser presentado en una sala de cine?


Pues no. Spielberg observa que si uno se compromete a un formato de televisión pues tu película es una de televisión, tal vez asumiendo que eso es algo menor. Sin embargo, las declaraciones de Dee Rees son las mismas que muchos realizadores independientes, que han encontrado en los servicios de streaming no sólo una fuente de distribución que no tendrían de otra forma, sino también, una fuente de financiamiento que les permite tener libertad creativa. Una libertad creativa y solvencia económica de la cual gozó recientemente Martin Scorsese con The Irishman


El asunto es que el lenguaje del cine no se escribe por cómo es consumido ni a través de qué es distribuido sino como es escrito y esto es algo que las premiaciones se les ha hecho cada vez más difícil ignorar. No solamente Netflix es responsable de que dentro de su amplio catálogo aparezcan joyas cinematográficas, sino también servicios como Mubi, Festival Scope, entre otros, donde la diversidad cinematográfica ha encontrado una casa que hace mucho tiempo perdió en las praderas hollywoodense y/o dentro del espectro de estas premiaciones. 


¿Son justas las premiaciones y nominaciones?


Rara vez. Nunca totalmente. Tomemos como ejemplo de nuevo los Game Awards, muchos periodistas de videojuegos, incluso talentos y creativos que han trabajado en esa industria, destacan que hasta la categoría de mejor dirección es una muy amplia. “Está quién dirige el norte del videojuego, quién dirige las animaciones, la música y quién dirige a los actores” destaca el actor de voz Troy Baker, de The Last of Us / Death Stranding.  Por su lado, el compositor Austin Wintory (Journey), destaca también como por lo regular se le resta importancia a la composición sonora de un videojuego a la hora del reconocimiento tanto por la audiencia como por la organización que está supuesta a reconocer a la industria. Y aquí es donde más siento que se representa la injusticia de estos reconocimientos. Esa poca atención que tiende a mostrarle la audiencia a estos rubros y como estos eventos están dispuestos a sacrificarlos.


Año tras año, uno de los puntos principales de conversación es identificar la diferencia e importancia de la edición y mezcla de sonido y de que es posible, aunque rara vez sucede, que dos películas se dividan estos premios. Esta categoría es tan importante que la crítica dominicana ha destacado el sonido como una de las principales debilidades de la mayoría de las películas dominicanas. Un sonido mediocre te saca más rápido de la experiencia cinematográfica que una pobre actuación o guión. Sin embargo, es de esas categorías que la audiencia no considera importante y los eventos de premiaciones los presentan sin la misma importancia que otras categorías. 


Para la edición de 2019, los miembros de La Academia estaban estipulando entregar los galardones a edición y cinematografía, léase, los pilares del cine, durante cortes comerciales con el fin de reducir la duración del evento y no perder audiencia durante toda la transmisión. Éste es el mejor ejemplo que demuestra que estos galardones persiguen en primer lugar, entretener a una audiencia que reconocer lo mejor del arte cinematográfico en un año en específico. Es también una de las principales razones por la que le cuesta tanto cambiar, esa y la de que sus miembros continúan siendo una amplía mayoría hombres blancos y viejos. 


¿Y en qué pie están las premiaciones locales (República Dominicana)?


Pues nunca han afincado muy bien. Desde siempre se ha notado la falta de más categorías en los premios “más importantes” del país que son Los Soberanos. El hecho de solamente contar con categorías de Mejor Película, Mejor Comedia, Mejor Dirección y Mejor Actor y Actriz, destaca la poca importancia que tiene el oficio cinematográfico en los premios de arte más longevos del país. 


A parte de estos tenemos premios como La Silla y AMUCINE [Asociación de Mujeres del Cine], sumando tres “grandes” premios en una industria muy pequeña, que parten de nominar casi todo como un intento condescendiente de no molestar a nadie en la industria. Nominar todo afecta una característica que podría ser brillante en premiaciones dominicanas: poner a competir los cortos y documentales con los largometrajes de ficción y otorgarles el respeto que se merecen. La Silla no tuvo un buen inicio tampoco: en 2013, Victoria Fernández, que fuese galardonada como mejor actriz secundaria por Feo de día, lindo de noche de Alfonso Rodríguez; reveló que había puesto a toda la oficina a votar por ella. Y bueno, en la pasada entrega, entre todos los premios que se llevó Veneno, primera caída: el relámpago de Jack de Tabaré Blanchard, el galardón a mejor maquillaje dejó mucho que desear. Con AMUCINE se ha visto más un esfuerzo por la “socialité” que por realmente reconocer la cinematografía dominicana y la mujer que trabaja en ella.


En nuestro país lamentablemente los galardones no han tenido el principal efecto que deberían tener: la difusión. Las películas nominadas y galardonadas no son reestrenadas en salas de cine, así que no cobran ningún interés nuevo por verlas como lo generan los Globos de Oro y los premios de La Academia con las películas que reconocen. 


En fin 


Si, los premios gringos generan interés en las masas por un cine que tal vez en otra circunstancias no verían, sin embargo la diversidad sigue siendo muy pobre. Todavía a ambos galardones le cuesta reconocer el cine realizado por mujeres, por personas de color e incluso de otros países (que no es que sea su responsabilidad siendo premios estadounidenses - pero si se consideran como los mejores galardones del mundo entonces deberían comportarse como tal y reconocer el cine del mundo - y al final, las pequeñas fisuras que generan nominaciones fugaces o premiaciones a filmes “pequeños” o “diferentes” son completamente cerradas al año siguiente. 


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