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Esas "segundas madres" dominicanas. “Nana” [dir. Tatiana Fernández]


“Madre, dulce madre mía, tu cariño santo es como un regalo divino de Dios”
– Eladio Romero Santos

“Lo loco es que a ti esto te parezca normal. Y más loco que a tía Celia también le parezca normal haberte tenido en el cuartito de metro y medio que hay junto al área de lavado durante quince años. Un perro ya hubiese mutilado a algún niño en la calle” - Rita Indiana - “Nombres y animales”.

La reseña fue publicada el 17 de mayo de 2016.
En la última década el cine dominicano va encontrando su voz. Y lo hace de mano de los documentales.
A lo largo de su historia, las mejores narrativas del cine dominicano se han podido encontrar en los documentales y cortometrajes. Aquí se puede palpar la idiosincrasia dominicana de una manera que ha sido casi imposible emular en los largometrajes de ficción de factura local. “Nana”, -igual que “Caribbean Fantasy” este año- ha sido la cúspide de esta narración criolla.
Igual que los documentales de los últimos años: “Blanco” de Melvin Durán y “Tu y yo” de Natalia Cabral/OriolEstrada, “Nana”, además de contar una excelente historia que borda la ficción, presenta una extraordinaria estética en su puesta en escena.
La cámara de Tatiana Fernández sabe retratar el amor, la calidez y la soledad que expresan sus personajes de una manera poética envidiable.
El documental también tiene muy claro lo que quiere contar: el amor incondicional y el sacrificio de un grupo de mujeres que les ha tocado ser “segundas madres” para poder cumplir con su responsabilidad de madre. No existe en “Nana” un retrato sobre el maltrato, sobre la “esclavitud moderna” o una denuncia sobre la labor de ser niñera; todo lo contrario, en el filme se encuentra la más honesta reflexión de la maternidad dominicana. Un reflejo transferible también a toda América Latina.
En “La Separación”, “La Distancia”, “La Partida” y “La Visita” [capítulos en los que está dividida la película] “Nana” destaca la odisea de cada uno de sus personajes y cómo enfrentan con la realidad de estar lejos de sus hijos/as y a la misma vez tener una responsabilidad similar con los hijos/as de otro y experimentar el crecimiento de una criatura mientras se está lejos del mismo proceso de la suya. El pesar, el posible vacío y la soledad son facetas que retrata de una manera desgarradora el documental de Tatiana Fernández.
Una de las principales denuncias que podemos destacar del documental y que son de las mejores escenas en una película en lo que va de año es cuando le he respondida la pregunta de “¿A qué edad diste a luz?” de Tatiana. La respuesta es un “a los 14 años” seguido de una carcajada antes de una cara de vergüenza, incertidumbre y tristeza. Lo mismo sucede cuando otra nana declara que lo que hizo fue dedicarse “a parir” a partir de los 17 años seguido por las mismas emociones ya mencionadas.

“Nana” es, al igual que los documentales previamente destacados, uno de los retratos más honestos sobre la idiosincrasia dominicana que se pueden encontrar en la cinematografía local. “Nana” no sólo es una de las mejores películas dominicanas del año, sino una de las mejores películas dominicanas y punto.



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