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Sostiene Pereira (dir. Roberto Faenza)

“Porque escritas las cosas se vuelven ciertas” - Antonio Tabucchi 

Lo que pasa es que rara vez pienso; entonces sin darme cuenta, se acumula en mí una multitud de pequeñas metamorfosis, y un buen día se produce una verdadera revolución. Es lo que ha dado a mi vida este aspecto desconcertante, incoherente.” - Jean Paul Sartre

“El libro es mejor” - regularmente dicho por quién no ha visto ni el filme ni ha leído el libro.

A Isabel Lora, cariñosamente Bebel, por expandir mis horizontes literarios. Por el café, por la nostalgia, por el respeto, por el cariño, por todo. 


Las adaptaciones de libros a cine o televisión no son nada fácil y el disfrute o la preferencia de una expresión artística sobre otra regularmente viene de cuál, tal vez, se ha presenciado primero. Es difícil resumir en varias características los acercamientos que se toman para realizar una adaptación. Tomando en cuenta que son dos expresiones artísticas muy diferentes, que conviven entre ellas, y se aprecian también de una manera muy diferente, la característica notable, considerando la película en cuestión, son aquellas adaptaciones que se mantienen lo más fiel posible a su fuente. Aquí entra la adaptación de la novela “Sostiene Pereira” de Antonio Tabucchi por el cineasta italiano Roberto Faenza. 

Hay dos cosas que resaltan inmediatamente de la película de Faenza: su estilo narrativo, que dependerá bastante de cómo ha escrito Tabucchi su obra, y la imponente imagen frente a cámara de Marcelo Mastroianni a sus 71 años de edad. “Sostiene Pereira” se convertiría en una de sus última películas pues el reconocido actor italiano murió a los 72 años de edad en 1996.

La narrativa, en su primer tercio, y la actuación de Mastroianni serán una especie de contradicción. Mastroianni hace suficiente con su presencia en cámara para llevar al calmado Pereira a la gran pantalla, mientras que la narración comete el pecado capital de brindar una sobredosis de información, narrando en tercera persona la mayoría de las situaciones que vemos en pantalla. 

Tabucchi utiliza a un narrador para contar la historia de Pereira y contarla como si la acabase de recibir del mismo Pereira, por eso el Sostiene es una especie de confirmación que lo que cuenta no son inventos de él y que la historia se la ha contado el mismo protagonista. Entonces Paenza, en vez de retratar desde un inicio la historia de un hombre inmerso en su soledad que conversa consigo mismo y con el retrato de su difunta esposa, depende inicialmente del estilo narrativo que utiliza la novela. 

Faenza lamentablemente no logra establecer, o decidirse, por un tono o incluso un género en específico. El filme aborda la tragicomedia más que lo poco que trata el drama político y el thriller. Cada escena parece tener su tono específico y estar narrando algo completamente diferente. Desde la ligereza, e incluso el retrato juguetón de Pereira, hasta la crudeza de la muerte política y la persecución. Parece que Faenza y su co-guionista Sergio Vecchio nunca tuvieron claro qué abordar de la historia y cómo hacerlo. 

De todas formas “Sostiene Pereira” no deja de ser un placer para la vista. La puesta de escena, en la mayoría de sus ocasiones, es efectiva. La oficina, la casa y las locaciones visitadas por Pereira le dan a la audiencia una especie de calma visual. Faenza y Blasco Giurato, su fotógrafo, hacen un decente trabajo y es, luego de Mastroianni, lo más interesante de presenciar. 

La música es incluso del extraordinario Ennio Morricone, pero las aparentes directrices y el uso de las composiciones le dan un toque de otro género completamente diferente: el musical. Es, para ponerlo en pocas palabras, toda una experiencia confusa e interesante. 

Pereira incluso me recuerda mucho a Adrian Cronauer (Robin Williams en “Good Morning Vietnam” de Barry Levinson). Incluso la historia de “Sostiene Pereira” es muy similar a la película de Levinson. Ambos personajes pretenden estar en un punto neutro en cuanto a posiciones políticas se refieren y entiende que su trabajo es otro hasta que la realidad los golpea muy cerca. La diferencia es que Levinson tenía bastante claro lo que quería lograr, una comedia de amigos hasta un punto en específico. 

Al final, la película de Faenza sí cae en un crimen en términos de adaptación y es que el filme no existe por sí solo, de hecho, funciona hasta como una especie de guía introductoria de la novela de Tabucchi, se necesita la lectura para llenar lagunas y eso es una pena para el filme. Empero, la novela de Tabucchi es extraordinaria y deben leerla. La película de Faenza estará ahí para alimentar esa curiosidad visual y bueno, para disfrutar la capacidad de Mastroianni incluso en las interpretaciones más sencillas. 
 

“Sencilla, como todo lo hermoso e importante”. Gracias Bebel

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