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“Prefiero morir de pie, a vivir arrodillado”

Ernesto “Che” Guevara

Como puede pasar desapercibido el día que dio inicio de la revuelta de nuestra libertad. La muerte de grandes hombres, la caída de los inmortales que revolcó el sentimiento de ser libre en todos lo dominicanos, ese día que marcó en la historia como “los que desafiaron al tirano”.

Las expediciones del 14 y 19 de junio de 1959 de militares y revolucionarios que llegaron desde Cuba para terminar la tiranía de Rafael Leonidas Trujillo, a quienes estos grandes hombres habían apodado de “Chapita”, por la exageración de medallas que el “generalísimo” tenía la costumbre de utilizar.

Llegaron por avión y por mar, unos más suertudos que otros, unos más jóvenes que otros, hombres que marcaron su nombre e iniciaron la cuenta regresiva del terrorífico régimen de Leonidas Trujillo.

Barbudos y desnudos, niños de tetas y arcaicos, se arzaron en armas frente a todo la opresión ofrecida y esclarecieron la esclavitud que por 29 años vivía el dominicano.

Fueron torturados, malogrados, física y mentalmente, pocos sobrevivieron a las opresiones pero no lograron vencer la edad, uno que otros se mantienen, claro ya tocando la puerta de la escalera del más allá.

Este día y nuestra libertad es dedicada a ellos, que nos enseñaron a empuñar el fusil y a gritar nuestros pensamientos al aire sin miedo a la aniquilación. A Delio Gómez Ochoa, a Camilo Cienfuegos, a Pablito Mirabal, que arribó con solo 15 años (excelente tirador a pesar de su edad), que sobrevivió a todo lo que le lanzaron durante la opresión pero, irónicamente, no pudo sobrevivir un rayo que lo fulminó mientras paseaba con su novia en un parque hace algunos años.

A esos caídos, que en realidad nunca cayeron, le debemos el recuerdo y el honor, al movimiento que luego inspiraron dirigido por Manolo Tavarez Justo, que luego muriera en Las Manaclas defendiendo la Constitución.

De esos olvidados por muchos, tenemos el sentir patriótico que se encuentra escondido muy dentro de nosotros desde hace algunos años.

A todos los combatientes que llegaron por aire o por mar, a Poncio Pou Saleta, uno de los sobrevivientes de los de Constanza que hoy cuenta con 87 años, a los que sobrevivieron y murieron en La 40.

Que esa sangre, esas uñas y dientes extraídos, esas horas de torturas esas batallas libradas queden frescas en nuestra mente porque no se nos puede olvidar que somos libres y que algún día fuimos oprimidos por un diminuto narcisista y que estos “caídos” nos brindaron la esperanza de levantar cabeza y defender lo que nos tocaba.

…..Hasta la victoria siempre….

…..A mi viejo…..

Comentarios

puntito... dijo…
"a ell@s...que nos enseñaron a empuñar el fusil y a gritar nuestros pensamientos al aire..."

☺...

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