
Pablo Neruda
Y me sudan las manos posada en tu cintura, mientras tu cabeza recostada de mi hombro observa un programa del cual ya no tengo noción porque el olor de tu cabello y el roce de tu frente me han llevado al infinito.
Y con miedo beso tu frente como queriendo decirte “mira para arriba” y tú te ríes de malvada. Yo procedo a jugar con mi dedos en tu cadera y tu finges seguir inmersa en el programa.
Y yo procedo a posar un beso en tu oreja, y tu te estremeces pero lo ocultas fingiendo acomodarte, entonces mi mano queda en tu estomago y tu nuca a la merced de mi boca.
Y tú de especialista, finges el calor y te mueves el pelo desnudando tu cuello, y yo, entiendo el mensaje no solo soplo sino que beso, y tu al fin volteas, yo con hormigas por todo mi cuerpo, y nos miramos y emprendemos el camino eterno al paraíso de los besos.
Y te beso, por fin te beso, acariciando tu cara y tu cuerpo, y tu te separas un poquito no más, lo suficiente para decir “que rico” para acelerar el calor que provocan tus besos.
Y te muerdo, levemente atrapo tu labio inferior en mis dientes, y tú te escapas, de nuevo brevemente, para acariciarte el labio con tus dedos y humedecértelo para calmar un poco el dolorsito que te provoque, entonces vuelves y ya tus besos son otros, más ricos y embriagadores, y ya no nos queda más que ahogarnos a besos y …….
Comentarios