Saludos viejo amigo, es mi no tan cordial bienvenida a un trecho que odio caminar pero que se ha convertido en una vía aparentemente eterna en mi corta existencia.
Los recuerdos de amores perdido y no conseguido son refrescados ante una presente derrota, el intento fallido de un nuevo amor y la posible perdida de mi más significativa amistad.
Cruzo cabizbajo, de que otra forma, el trayecto (mi mano derecha) de mis dos amigas inseparables, la nostalgia y la melancolía, que por más que trato no logró olvidar.
Atrás dejo los recuerdos de un 14 de febrero funesto del cual solo queda bueno las frías que cayeron junto a mi padre, pero que la ansiedad y el deseo intenso de esa compañía no me dejaron disfrutar a cabalidad.
Me quedó el sabor de creer estar cerca estando tan lejos y mientras las lágrimas de cocodrilos hacen su presencia me sumerjo en el día a día de mi adicción al trabajo y trato, sin poder o querer, de olvidar.
Entonces digo adiós como siempre uno trata de hacerlo pero la verdad es que uno no encuentra un lugar que no le recuerde lo desdichado que uno ha sido en esta rama tan importante en la vida.
Y así quedó, de nuevo varado en el camino, en espera de que el bus de regreso aparezca y así no logré llegar al destino que me lleva este compañero trecho, porque la verdad es que ando cansado agarrando en mis manos este ridículo corazón descuartizado.
Los recuerdos de amores perdido y no conseguido son refrescados ante una presente derrota, el intento fallido de un nuevo amor y la posible perdida de mi más significativa amistad.
Cruzo cabizbajo, de que otra forma, el trayecto (mi mano derecha) de mis dos amigas inseparables, la nostalgia y la melancolía, que por más que trato no logró olvidar.
Atrás dejo los recuerdos de un 14 de febrero funesto del cual solo queda bueno las frías que cayeron junto a mi padre, pero que la ansiedad y el deseo intenso de esa compañía no me dejaron disfrutar a cabalidad.
Me quedó el sabor de creer estar cerca estando tan lejos y mientras las lágrimas de cocodrilos hacen su presencia me sumerjo en el día a día de mi adicción al trabajo y trato, sin poder o querer, de olvidar.
Entonces digo adiós como siempre uno trata de hacerlo pero la verdad es que uno no encuentra un lugar que no le recuerde lo desdichado que uno ha sido en esta rama tan importante en la vida.
Y así quedó, de nuevo varado en el camino, en espera de que el bus de regreso aparezca y así no logré llegar al destino que me lleva este compañero trecho, porque la verdad es que ando cansado agarrando en mis manos este ridículo corazón descuartizado.
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