Como cinéfilo enfermizo una de las cosas que más disfruto es ir al cine, y como enfermizo al fin a veces prefiero no más que la compañía de lo que consumo en el snack bar.
Se me dificulta bastante, compartir dos horas y pico (para mi sagradas termine siendo la película buena o mala) con una persona que no aprecie el Séptimo Arte igual que yo (excúsenme la comemierdería) y es que ir al cine para mi es un ritual.
Cuando visito las salas cinematográficas disfruto a cabalidad de la experiencia, disfruto ese preámbulo en el que uno se calienta para ver una película, será buena, será mala, las dudas que se puedan presentar por quién dirige o actúa y ese preámbulo ha hecho que mi experiencia (si voy acompañado) sea placentera o agobiante.
En lo que llevo de vida y de cinéfilo fuera del narcisismo que tengo con la experiencia, solo he podido tener excelentes veladas de cine con otras tres personas:
· Ernesto Santos (mi hermano)
· Bebel (Isabel Lora)
· Natalia (La chilena)
Y es que las entregas cinematográficas se disfrutan al máximo cuando se le da un toque de lo que puedas ver antes, de tu personalidad dentro de la sala, y de lo que salga de tus argumentos después de los créditos.
Ir al cine definitivamente es una experiencia sin igual, las tres personas anteriormente mencionadas la han hecho mucho más excepcionales, espero seguir encontrando personas con las cuales disfrutar de esta forma este hermoso arte.
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Besos