Me parece que nunca lo ha estado. Ser honesto en este mundo, y más en este país es una característica por la que se paga muy caro.
Al preguntársele a José Saramago si pagaba algún precio por decir lo que pensaba el respondió:
“No pago ningún precio. Quizá pierda amigos. Pero si es por decir lo que pienso, entonces la amistad no sería muy fuerte. Uno tiene que decir siempre lo que entiende como su verdad. Si esto hiere a un amigo, lo lamento. La verdad es siempre realtiva. Pero uno necesita vivir con unas coordenadas, una coherencia. Es incómodo, pero no pago altos precios. Claro que hay consecuencias y sé que las tengo por decir lo que pienso. Pero yo no puedo callarlo, sólo porque habrá consecuencias”.
Mientras en años anteriores hablar abiertamente de la sexualidad y/o tratar temas sobre drogas en público era considerado un atrevimiento, hoy en día hacer declaraciones veraces de lo que uno piensa sobre esto y lo otro es razón para ser juzgado como el peor ser humano que se encuentra en la tierra.
El pensar diferente se ha convertido, se podría decir, en una arte negra. La flaqueza de las denominadas “amistades” son puestas a pruebas precisamente en el momento en que una de las partes ejerce la honestidad. Pero como dirían por ahí esos refranes que odio tanto pero que hay que usarlos: “No se puede estar bien con Dios y con el Diablo” yo no sirvo para hablar con paños tibios, soy un crítico de la vida, de todos y de TODO; un inconforme, un terco, un derecho [pero en realidad zurdo]. Si, desde que he crecido la mayoría de mis relaciones han sido pasajeras pero como dice el querido Saramago, tal vez no fueron tan importantes como uno esperaba.
Por mi parte, mi palabra honesta [si, honesta] es lo único que tengo, lo que me ha enseñado mi padre; no se vender sueños ni vivir del cuento, no está en mí y en un mundo miserable y falso como este no creo que viviré lo suficiente para ver un día en que una persona no sea juzgado por rechazar la falsedad.
“Pero siempre digo lo que pienso. Nadie podrá decir nunca que lo he engañado. La gente tiene necesidad de que le hablen con honestidad”. José Saramago
Al preguntársele a José Saramago si pagaba algún precio por decir lo que pensaba el respondió:
“No pago ningún precio. Quizá pierda amigos. Pero si es por decir lo que pienso, entonces la amistad no sería muy fuerte. Uno tiene que decir siempre lo que entiende como su verdad. Si esto hiere a un amigo, lo lamento. La verdad es siempre realtiva. Pero uno necesita vivir con unas coordenadas, una coherencia. Es incómodo, pero no pago altos precios. Claro que hay consecuencias y sé que las tengo por decir lo que pienso. Pero yo no puedo callarlo, sólo porque habrá consecuencias”.
Mientras en años anteriores hablar abiertamente de la sexualidad y/o tratar temas sobre drogas en público era considerado un atrevimiento, hoy en día hacer declaraciones veraces de lo que uno piensa sobre esto y lo otro es razón para ser juzgado como el peor ser humano que se encuentra en la tierra.
El pensar diferente se ha convertido, se podría decir, en una arte negra. La flaqueza de las denominadas “amistades” son puestas a pruebas precisamente en el momento en que una de las partes ejerce la honestidad. Pero como dirían por ahí esos refranes que odio tanto pero que hay que usarlos: “No se puede estar bien con Dios y con el Diablo” yo no sirvo para hablar con paños tibios, soy un crítico de la vida, de todos y de TODO; un inconforme, un terco, un derecho [pero en realidad zurdo]. Si, desde que he crecido la mayoría de mis relaciones han sido pasajeras pero como dice el querido Saramago, tal vez no fueron tan importantes como uno esperaba.
Por mi parte, mi palabra honesta [si, honesta] es lo único que tengo, lo que me ha enseñado mi padre; no se vender sueños ni vivir del cuento, no está en mí y en un mundo miserable y falso como este no creo que viviré lo suficiente para ver un día en que una persona no sea juzgado por rechazar la falsedad.
“Pero siempre digo lo que pienso. Nadie podrá decir nunca que lo he engañado. La gente tiene necesidad de que le hablen con honestidad”. José Saramago
Lean la entrevista hecha a Saramago por "La Nación".
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